23 de diciembre de 2011

Jerónimo y La Causa Papá Noel

Quiero ser Dickens: este es mi triste cuento de Navidad.
Jerónimo había empezado jugando juegos de rol por internet. Luego de una larga cadena de contactos -estoy resumiendo- terminó enganchado en un grupo donde todos tenían un interés común: destruir la imagen de Papá Noel. Los motivos de pertenencia al grupo eran variopintos: católicos queriendo recuperar la imagen del Niñito Dios en el pesebre, el desprecio a una tradición anglosajona asociada a una Navidad que transcurre en invierno en el hemisferio norte y que nada tiene que ver con el continente sudamericano, el no tolerar una imposición arrolladora del marketing mundial... y así podría seguir.  Pero la cuestión es que se había armado una red social bastante nutrida alrededor de esto.

Jerónimo hacía mas de un mes que estaba sin trabajo y ya se había gastado la indemnización del último despido. Casi no salía de su vivienda; le dedicaba muchísimas horas a internet, sobre todo a esta red social anti Papá Noel; comía mal; tomaba mucho; se aseaba poco. Su meta en la vida había pasado a ser figurar en el foro de los que hicieron algo para colaborar a destruir la imagen de Santa Claus. Había de todo: desde uno que se robó 25 trajes de Papá Noel de una tintorería y los prendió fuego hasta otro que meó una estatua  del susodicho en la puerta de un shopping center. Toda se hacía en nombre de La Causa. Él no había aportado nada a La Causa.

Jerónimo se decidió a salir a buscar un nuevo trabajo cuando se dió cuenta de que no le iba a alcanzar el dinero para pagar la factura de internet y le iban a cortar el servicio. No iba a poder seguir siendo parte de La Causa. Y la Navidad se acercaba.

Jerónimo solía tener suerte cuando la necesitaba. Al poco de salir de su casa y caminar unos metros se encontró con un amigo que se iba a anotar para un trabajo: era para repartir volantes de una casa de deportes disfrazado de Papá Noel. Su alma se iluminó. Si conseguía anotarse con su amigo y lo llamaban para ese trabajo, entonces podría juntar el dinero que necesitaba y hacer algo por La Causa.

Ahí estaba Jerónimo, unos dias después, vestido de Papá Noel, repartiendo a desgano folletos, pensando como ejecutar su atentado en nombre de La Causa. Su plan era pobre. Tal vez la mala alimentación del último tiempo hacía su parte. En principio, prendería fuego el vestuario donde se juntaban todos a cambiarse el traje y guardarlo para el dia siguiente (eran como treinta repartidores de folletos). Rociaría con kerosene la puerta de entrada al vestuario. La prendería fuego y huiría corriendo.
Pero Jerónimo no tenía plata para gastar en kerosene. Primero tendría que conseguir un adelanto de la paga para comprar el kerosene. Y fósforos.

Mientras Jerónimo pensaba como podía conseguir el adelanto, sintió un aguijonazo en el cuello seguido de un gran ardor, luego otro, y otro más. Después no sintió más nada. Quedó tendido boca abajo en un charco de su sangre. Gente que estaba cerca y un policía pasaba de casualidad lo vieron todo y lograron reducir al asesino que gritaba "lo hice por La Causa, lo hice por La Causa... carajooooo...".

No era como Jerónimo se lo había propuesto, pero al fin y al cabo había colaborado con La Causa. Lástima que su nombre no iba a aparecer en los foros.

24 de noviembre de 2011

Mi Primer Trabajo fue en una Multinacional

Nota: para facilitar la lectura de este texto se usarán siglas para reemplazar expresiones muy largas que se reiteran. Por ejemplo: Plan de Incorporación de Jóvenes Profesionales se reemplazará con la sigla formada por sus iniciales, P.I.J.P.

Mi amigo Oreste y yo nos recibimos juntos de ingenieros, allá por el 2004, y tuvimos la suerte de entrar a trabajar en la misma empresa multinacional que estaba implementando un P.I.J.P. para renovar su plantilla en las áreas de ingeniería y producción.
Luego de los primeros exámenes y formalismos de rigor, nos informaron que cada uno se iba a especializar en un departamento diferente. A mi me mandaron al Comité de Unificación de Lineamientos Operativos (C.U.L.O.) y a Oreste le tocó ir al equipo de Optimización y Reingeniería de Técnicas Operativas (O.R.T.O.).
Así fué que de entrada nomás, yo arranqué para el C.U.L.O. y mi amigo para el O.R.T.O.

Al principio no me molestaba trabajar para el C.U.L.O., pero Oreste no se sentía bien trabajando para el O.R.T.O. Había un poco de desorganización; pero en estas multinacionales nada está librado al azar, y la alta dirección enseguida se dio cuenta de que había que implementar un Plan Organizado y Racional para Obtención de Nuevas Ganancias Operativas (P.O.R.O.N.G.O.).
Todas las mañanas el P.O.R.O.N.G.O. llegaba puntualmente al C.U.L.O. y al O.R.T.O. con el fin de que trabajaran mas eficientemente.

Pero la gente que daba forma al P.O.R.O.N.G.O. también se desorganizó, y el C.U.L.O. comenzó a recibir mas de un P.O.R.O.N.G.O. diario. Se hacía duro trabajar así.
De lo mismo se quejaban desde el O.R.T.O. de la compañía. Llegó un punto en que al O.R.T.O. le daba lo mismo cualquier P.O.R.O.N.G.O. Ya no se respetaba nada.
Fue por ello que en el O.R.T.O. nombraron a mi amigo Oreste como Perito Único de Técnicas Operativas (P.U.T.O.) para que hiciera de facilitador.
Pero Oreste resulto ser un P.U.T.O. del O.R.T.O.que tampoco hacía bien su trabajo.

Finalmente el problema fue tan grande que llegó a oídos del Gerente Asociado Responsable de Contaduria y Administración (G.A.R.C.A.).
Al G.A.R.C.A. se le terminó la paciencia enseguida, y despidió a mi amigo Oreste y a 10 empleados mas de un plumazo, deshizo al C.U.L.O. y al O.R.T.O, y decretó que el único P.O.R.O.N.G.O. que se iba a tener en cuenta para trabajar era el que saliese de su oficina.

Ese día entendí que en el trabajo, el único P.O.R.O.N.G.O. que hay que respetar es el del G.A.R.C.A. mas importante.

17 de noviembre de 2011

Fastidiosamente Bonita

Fastidiosamente bonita: así estaba cuando se levantó de la mesa.
"No hay manera de mirarla como para que se vea fea". Esto lo había pensado muchas veces,  no estaba seguro si seguiría vigente, porque hacía muchos años que no nos veíamos.
Hoy me convencí de que es cierto.

Ese brillito húmedo de sus ojos, cargado de odio comprensivo; sabía que no había maldad en lo que le había dicho: se dio cuenta de que no la había entendido y le daba bronca. Por eso tan enojada.

Seguimos siendo amigos. Eso creo.

Me dijo chau y me sonrió así nomás, como dolida, y se fue por entre las mesas del bar dándome la espalda. La miré todo el tiempo mientras se iba. Conservaba las mismas curvas que en la época de la facultad. Un poco mas machacadas si se quiere,  igual de tentadoras.

Pensar que nunca le pude poner las manos encima.

Ahora no me dan ganas; después de tantos años de amistad es como que el interés se pierde. La empezás a ver como a una mesa, un aparador, un cactus; no sé. Cualquier cosa.
Horas de charla, intercambio de problemas, canje de dramas, licuados de anécdotas, campeonato de consuelos. La carne se transforma en una especie de plasma amigable y donde había un culo bonito pasa a haber tejido epidérmico redondeado...

Mentiras. Me muero de ganas de tocarla.
Cuando terminó de salir del bar ya tenía diez años menos.

Luego llegó el mozo; atento. Tenía el moñito torcido.

-  ¿Qué desea el caballero?

-  Que no haya mas guerras, que ella me perdone, y una Gini lima limón.

10 de noviembre de 2011

10 GRANDES MENTIRAS 10 ACERCA DE LA TELEVISION

1.       “YO LO UNICO QUE MIRO ES EL DISCOVERY CHANNEL”.
(Mejor que nadie te pida que cuentes algún documental porque vas a hacer agua por todos lados).

2.       “EN CASA, A LA HORA DE LA CENA, EL TELEVISOR SE APAGA”.
(Si... cuando se corta la luz).

3.       “¿COMPRARME UN PANTALLA PLANA DE 39 PULGADAS?... NO ME INTERESA. ¿PARA QUE QUIERO SEMEJANTE ARMATOSTE EN MI CASA?”.
(Mientras, ya pediste un anticipo de sueldo en el laburo y tu cuñado te va a prestar el resto de la guita).

4.       “NUNCA PRENDÍ LA TELE PARA VER EL PROGRAMA DEL GRAN HERMANO”.
(Claro... si lo seguías por internet).

5.       “ESTOY CANSADA DE VER SIEMPRE LAS MISMAS CARAS EN LA TELE”.
(Sin embargo a una de tus hijas le pusiste Mirtha y a la otra Susana).

6.       “A LOS NOTICIEROS NO LES DOY MAS BOLA. NO SE LES PUEDE CREER NADA”.
(Pero te leés todos los diarios que son del mismo grupo multimedia).

7.       “YO NUNCA MIRÉ UNA SOLA TELENOVELA”
(Miraste tres o cuatro, por lo menos).

8.       “LOS REALITY SHOW NO ME INTERESAN. ESTAN TODOS ARMADOS” .
(¿Y para que te compraste la colección completa de Operación Triunfo?)

9.       “NO ENTIENDO COMO TODAVIA HAY GENTE QUE SE ENGANCHA CON ESOS PRODUCTOS DE *LLAME YA* *LLAME YA* ”
(Es que no deben ser tan vivos como vos, que te apiolaste a la quinta vez que te metieron el perro).

10.   “EN MI CASA SE MIRA LO QUE YO QUIERO”
(O sea: los Padrinos Mágicos, Piñón Fijo, Manny a la Obra y Ben 10).

13 de octubre de 2011

Las Viandas de Rinaudo

Si tu mujer te cocina rico y variado es porque te caga con otro (vox populi).
Poco se ha hablado formalmente de esto ya que no tiene arraigo científico y nadie quiere quedar expuesto, pero por lo bajo, en muchos ámbitos, se reconoce como una prueba fehaciente de infidelidad.
Tema machista, es cierto. Conversado habitualmente en mesas de hombres en momentos de ocio, ya sea charla a la hora del café en la oficina, en el bar a la salida de trabajo, o donde habitualmente lo he escuchado mas a menudo: durante el horario del almuerzo en los comedores de las fábricas.
Allí, cuando se despliegan variedad de viandas de todo tipo, ojos maliciosos van siempre en busca del plato mas rico y mas abundante del día para dar con el candidato a las gastadas de cornudo.

Años atrás estuve trabajando en una fábrica de galletitas, en donde a la hora del almuerzo nos juntábamos un grupo de 7 u 8 integrantes mas o menos constante, dependiendo de la demanda laboral del dia. En esa época, el que estaba de liga con la bromas era el gordo Rinaudo. La mujer le preparaba unas viandas dignas de un restaurante de primera línea, con entrada, plato principal y postre. El gordo Rinaudo no se enojaba nunca por las gastadas, se encogía de hombros, inflaba los cachetes, sonreía haciendo ji jí, y seguía comiendo.

Un dia, antes de un almuerzo, nos agarró el Zurdo Mendiondo en el baño y nos dijo:
- Che boludos, cortenlá con las gastadas a Rinaudo que la mujer lo caga en serio.
Nos quedamos pálidos. De pronto nos sentimos mal. El gordo era un buen tipo y le habíamos estado diciendo un montón de cosas en joda que ahora resultaban ciertas.
- ¿Y vos como sabés?-, le pregunté.
- Lo caga con un supervisor de la papelera que trabaja a contraturno con el gordo. Es vecino de mi hermano, él me contó.
La mujer de Rinaudo no era de una gran belleza, pero si atractiva.
- Está cogible-, dijo el Polaco.
- Yo también le daría- agregó Sandaza.
- Bueno, basta-, nos apuró el Zurdo. Hoy en la mesa vamos a hablar de fútbol y a otra cosa. ¿Entendido?
Todos asintieron.

Los dias pasaban sin que lo hubiéramos vuelto a gastar y había un montón de temas de conversación en la mesa, pero no podíamos dejar de quitar los ojos de encima a las viandas que traía Rinaudo. Incluso no solo aumentaba la calidad, sino el tamaño de las mismas.
- Muchachos, creo que me traje de mas, ¿quieren compartir?- Dijo un dia el gordo.
Y a partir de allí, ya todos picoteábamos un poco de las deliciosas viandas de Rinaudo.
De aquellas primeras con torrejas de acelga y milanesa a la napolitana nada quedaba, y dia a dia nos sorprendíamos con platos tales como "Lomo mechado agridulce", "Mousse de salmón y camarones" o "Pollo relleno con almendras y manzanas". En paralelo, nos enterábamos por el hermano del Zurdo, de que la relación de la señora del gordo con el supervisor de la papelera iba viento en popa, cada dia mas firme.

¿Quien iba a atreverse ahora a decirle la verdad al gordo, si todos éramos cómplices de los banquetes?
¿Nos había comprado a todos esta mujer? ¿Era mucho mas astuta de lo que creíamos?
La realidad es que nunca nadie del grupo le dijo nada al gordo.
El día que trajo "Trucha rellena con champignones" el Polaco alcanzó a balbucear -esta ya debe andar por un "menage a trois", mas o menos-.
Le pegué un codazo en las costillas y le susurré -callate y seguí comiendo-.

2 de octubre de 2011

COPYPASTE: Modelo Teórico de Autodestrucción Involuntaria

Básicamente, el ser humano tiene dos caminos para resolver sus problemas y asegurar su subsistencia:

  1. Aplica una solución creativa, original o innovadora, que le permite sortear el problema y seguir adelante.
  2. Implementa una fórmula ya probada y conocida que se sabe con certeza le resolverá la situación.
A la opción 1. la llamaremos INNOVACIÓN y a los que la practican, INNOVADORES
A la opción 2. la llamaremos EMULACIÓN y a los que la practican, EMULADORES.

En mayor o menor medida y según nuestras habilidades en cada materia, vamos aplicando tanto la INNOVACIÓN como la EMULACIÓN para asegurar la continuidad de nuestras vidas.
El siguiente gráfico ilustra la rueda de resolución de problemas.

Es un balance que en perfecto equilibrio se sostiene con la aplicación de puntos arriba mencionados, se alimenta con la INNOVACIÓN, se sostiene con la EMULACIÓN y agregamos además el concepto natural de PURGA o DESECHO para aquellas fórmulas ya obsoletas o ineficientes que nadie aplica.

Con el avance de la tecnología llegaron los poderosos buscadores de internet, que sumados a las conocidas funciones copy (copiar) y paste (pegar) que hasta el mas precario de los softwares poseen, hacen que la EMULACIÓN sea extraordinariamente fácil.
Cambiemos entonces los términos copiar y aplicar por los modernos copy y paste y llamemos COPYPASTE a la acción de buscar, copiar y aplicar muy rápidamente soluciones efectivas ya probadas.

¿Que pasará cuando los INNOVADORES empiecen a hacer COPYPASTE?

La tentación será inevitable, será tan fácil copiar y pegar, sumado a una demanda de soluciones rápidas cada vez mas apremiante, que tarde o temprano todos los INNOVADORES terminarán siendo EMULADORES.
En una primera etapa, cuando quede un grupo muy reducido de INNOVADORES, estos serán los amos y señores que manejarán a su antojo la situación, pero cuando caigan subyugados ante el poder tácito del COPYPASTE, pronto tendremos un esquema desequilibrado, como el que se muestra a continuación.

Todo sistema que no tiene ingreso ni generación pero mantiene la PURGA, se sabe es termodinámicamente inestable y tiende a desaparecer.

Aplique ahora este modelo a cualquier sistema social de supervivencia que usted conozca; sea ahora magnánimo y extrapólelo a la humanidad toda: entenderá así por donde se avecina el fin de la raza humana...

24 de septiembre de 2011

El Fiel Bachicha

Esta es la historia de lo que le ocurrió a un humilde muchacho de barrio Centenario.
Un jóven que a duras penas pudo terminar la escuela primaria, que ya a los diez años trabajaba como ayudante en la verdulería del FO.NA.VI. Un jóven que todas las tardes, infaltablemente, se dirigía a un baldío cercano a su hogar para jugar a la pelota, al fútbol, soñando con que algún día podría jugar en Colón -el club de sus amores- y llegar a ser un astro del mencionado deporte, como Messi, o Maradona.
Así como era de hulmide, era de tímido.
Lo humilde lo obligaba a usar como pelota algún zapallo podrido que no se había vendido ese día en la verdulería, lo tímido lo condicionaba a que su único compañero de juego, aquel que desempeñaba el papel del arquero rival, fuera su fiel perro Bachicha, el cual, luego de la agotadora jornada como guardavallas se contentaba con lamer con devoción las semillas del zapallo ya destrozado por los puntapiés del jovencito. Cuentan que alguna vez, alguna de esas semillas se incrustó en el intestino delgado del animalito, y que con el tiempo creció y luego brotó, por el ojo del perrito, una planta de zapallo muy verde y frondosa.

Pasaron unos cuantos años hasta que un conocido dirigente del ambiente futbolístico lo vió pateando el zapallo con tanta elegancia, y a la vez precisión, que lo llevó inmediatamente para que se probara en el club. No fue difícil imaginar que si era hábil con un zapallo, mucho más lo era con la pelota, tanto así que inmediatamente le ofrecieron que fichara para la institución.
Pero... ¡Oh, que cruel ironía del destino! el club que quería disponer de sus servicios era Unión, el eterno rival de los sabaleros. El joven necesitaba tanto el dinero, que tuvo que traicionar a su corazón y firmar para los tates.

Su vida comenzaba a modificarse abruptamente casi sin que pudiera dominar la situación; la noche en que le comunicó la noticia a su familia, su padre -seguidor incondicional del equipo rojinegro- lo echó de su casa y dejó de dirigirle la palabra. Su humilde personalidad no le permitía comprender ni dominar la extraña combinación de sentimientos que lo invadían -rabia y tristeza por un lado, alegría y satisfacción por el otro- , y solitario fue a parar al baldío donde había aprendido a pegarle al zapallo, se sentó sobre una vieja cubierta de neumático y se largó a llorar. Al escuchar su llanto, apareció el fiel Bachicha moviendo su corto rabo, con su ojo brotado, y le pasó unos consoladores y a la vez ásperos lengüetazos. El joven enfurecido descargó toda su impotencia sobre el pobre can y le propinó un fortísimo zurdazo, tanto que si el perrito hubiese sido pelota, hubiera constituído un remate difícil de atajar aun para el más experimentado de los arqueros.

Pasó el tiempo -unos siete u ocho meses desde aquella patética noche- y el muchacho ya vivía en forma independiente y feliz; en base a sus actuaciones en el rectángulo de césped, se había ganado el aprecio de los dirigentes, del director técnico y de buena parte de la hinchada tatengue. Solamente empañaba su alegría el triste recuerdo de aquella noche, desde la cual no había vuelto a ver ni a su padre ni a su perro.

 Y llegó el día clave de nuestra pequeña historia, el día más esperado por toda la ciudad y tan temido por el nuevo crack, ¡el día del clásico santafesino!, en el estadio del barrio Centenario se enfrentaban Colón y Unión. El muchacho vivió los días previos con mucha tensión, casi no probó bocado y apenas prestó atención a las instrucciones que le impartió su D.T. durante la semana.
Llegada la hora de salir al campo de juego, el jóven, con el nueve en la espalda, tomó aire y salío al verde césped todavía los ojos cerrados. ¿Qué capricho del destino quería hacerle aún más doloroso el partido?.
Cuando abrió los ojos vió con sorpresa que el arquero de Colón era ni más ni menos que su fiel perro Bachicha. Su papel de partenaire en el viejo baldío, tantas horas al arco, tantos zapallazos atajados, no habían sido en vano, el perro era un arquero extraordinario. Hacía dos meses ya que defendía el arco sabalero y aún no le habían convertido ningún gol a pesar de que su ojo brotado le impedía tener una visión panorámica completa del desarrollo del juego dentro de la cancha.

El primer tiempo finalizó cero a cero; el joven había jugado de manera bochornosa y había sido silbado, e incluso insultado por la parcialidad rojiblanca. Se cuenta que en los vestuarios el técnico le dijo severamente: -¡Si no hacés un gol en diez minutos te saco del equipo!-. En la primera jugada del complemento le robó la pelota a un rival y como un león herido que combate por última vez, enfiló hacia el arco de los rojinegros eludiendo en su camino a tres defensores de manera magistral. Al quedar sólo frente al arco levantó la vista y vió al fiel Bachicha debajo de los tres palos, y vió a la hinchada sabalera sufriendo desde los tablones de madera donde alguna vez él había estado saltando, y vió entre los hinchas a su padre tapándose la cara para no mirar el desenlace de la jugada, entonces pensó: "no puedo hacer el gol, no puedo", e intencionalmente le pegó muy suavemente a la pelota; le salió un tirito tan débil que era una masita para el arquero.

Pero créase o no... el Bachicha se dejó hacer el gol.

¡Qué gesto el del fiel Bachicha! ¡Hasta que punto puede llegar una demostración de sincera amistad y verdadera fidelidad!. A pesar de aquella patada en el baldío, el perrito demostró con esa sorprendente actitud que mas allá de todo seguía siendo su Bachicha. El joven y su can se abrazaron y lloraron juntos en el punto del tiro penal, gruesas gotas de lágrimas saladas caían desde los lacrimales del muchacho, largos chorros de savia eran vertidos desde el tallo que brotaba del ojo del perrito. En la tribuna popular, el padre del muchacho, con los ojos inundados de lágrimas, con la espalda inundada de sudor, se puso de pie y comenzó a aplaudir; su actitud fue imitada por todos los concurrentes al estadio.

El árbitro, sin poder ocultar su emoción, decidió finalizar allí mismo el partido, el cual, unos días mas tarde, fue declarado empate moral por la Asociación del Fútbol Argentino.

14 de septiembre de 2011

Quien se Come la Última Porción de Torta es el Próximo que se Casa.

Mentira absoluta, altamente infundada, no la crea, en serio se lo digo. No tiene un sustento lógico ni casos comprobados conocidos.
Es mas, me tomaré el atrevimiento de contar una historia hasta ahora nunca revelada:
María Buena, la mujer que consagró la mitad de su vida a comer la última porción de torta, y jamás fue desposada.
Luego de un par de noviazgos frustrados -con promesa de casamiento incluida-, María Buena siente la necesidad de refugiarse en algo.
Lo curioso del caso es que la despechada dama no acude a los clásicos sistemas de contención que todos conocemos para estos casos, como ser:
  • invocación a los santos
  • visita a curanderos y sanadores
  • asistencia de celestinas
  • grupos de autoayuda
Pues no, hete aquí que contrariamente a todo lo esperable, se hace devota de la creencia popular que nos tiene en cuestión: si uno está en una reunión y se sirve la última porción de torta que queda en la bandeja, será el próximo en contraer matrimonio.
Primero fue en forma disimulada, en cada fiesta, reunión o convite en el que fuera parte, se iba arrimando sigilosamente a las fuentes y bandejas, con la intención de servirse y comerse la última porción. Lo hacía con decoro y nadie había caído en la cuenta del asunto.
Claro está que no pasaba nada y ningún candidato caía del cielo para pedirle matrimonio. Ante los primeros síntomas de frustración, comentó su estrategia fallida a un par de amigas y poco tiempo bastó para que todo su círculo íntimo, y un poco mas allá también, estuvieran al tanto de la situación.
Ahora todos la observaban, y ella se daba cuenta. Incluso gente maliciosa organizó un par de asados y reuniones con el único fin de mofarse de su actitud. Esto no tardó en convertirse en una espiral ascendente de locura.
Su obsesión por comerse la última porción de torta, de pizza, de fiambre, de arroz o de lo que sea, se transformó en un grotesco absoluto. Entraba a las reuniones gritando y amenazando de muerte a quien osara con interponerse en su objetivo. Lo que era una gracia al principio terminó convirtiéndose en un drama. Ya nadie la invitaba a las reuniones, pero ella se enteraba igual y aparecía en el momento justo.
La última reunión de amigas en una conocida casa de té de la ciudad terminó de una manera tan bochornosa que preferimos pasarla por alto.
A María Buena la fueron dejando de lado; murió sola y abandonada. Hoy la rescato del olvido para echar tierra a una ridícula creencia popular.
Y ahora... ¿Todavía cree en la afirmación de la frase del título?

9 de septiembre de 2011

El Pedo Te Sigue

Tendríamos ocho años, o nueve, tal vez diez como mucho. Era por aquellos años. Estábamos en el recreo, conversando, o cambiando figuritas, no viene al caso.
En eso, se me escapó un pedo, entonces me alejé un poco del lugar.
Uno me preguntó: -¿Adonde te vas?.
- Vámonos, rápido, que me tiré un pedo-, los invité a alejarse conmigo.
- Por mas lejos que te vayas, el pedo te sigue-, me rebatió Gonzalez.
Y allí se instaló la polémica. Un grupo de párvulos adheríamos a la idea de que lo que decía Gonzalez era descabellado, ilógico, imposible: cualquiera puede darse cuenta de que un pedo no se mueve por si mismo.
Otro grupo lo apoyaba con una afirmación irrefutable: si te alejás, seguís sintiendo el olor cerca tuyo, ergo te sigue.
Las posiciones parecían irrecoinciliables y las burlas entre uno y otro grupo, bandos a esta altura, iban y venían en aumento, en cantidad y crueldad.
Sin embargo, la idea de que "el pedo te sigue", iba ganando adeptos en el inconciente del grupo. En el patio, durante el recreo, podía verse niños que, sin causa aparente, comenzaban a caminar en zig zag, haciendo firuletes y fintas incomprensibles, recorridos irrazonables. Éramos mayormente los del primer bando, que si bien rechazábamos la idea de Gonzalez, en nuestras conversaciones ya la habíamos aceptado implícitamente.
- Te puede seguir si te vas caminando derecho, pero no creo que pueda doblar-, dije yo. Y todos nos cruzamos miradas cómplices, como sabiendo que era lo que teníamos que hacer. El mito de Gonzalez había truinfado.
El tema se fue diluyendo a fuerza de los contínuos retos de las maestras para exigirnos que camináramos derecho y formando fila. A fin de año, solo el chueco Barthez y yo seguíamos haciendo trayectorias complicadas para confundir al pedo en su afán perseguidor.
Ninguno de mis compañeros de la primaria, ni siquiera Gonzalez, recuerda esto.
La cuestión quedó en el olvido, sepultada, pero si algún dia me ven que voy y luego vuelvo sobre mis pasos, doy un giro repentino e insospechado y camino como si fuera por dentro de un laberinto invisible, entonces contengan la respiración.

7 de septiembre de 2011

Un Buen Hombre de Gran Corazón

Érase una vez un buen hombre de gran corazón.
Tan bueno era él y tan grande su corazón, que todos lo apreciaban.
Una vez se enamoró perdidamente y vendió su corazón a una bellísima mujer.
Era tan mala y mezquina como bella.
-¿Que puedo hacer con este corazón tan grande y tan bueno, todo para mi solita?-, pensó.
Asi pues, se le ocurrió subdividirlo en parcelas y lotearlo.
Hizo buen dinero, ya que lo dividió en siete lotes, ella se quedó con uno y vendió los seis restantes.
Ahora este buen hombre, ya no puede amar perdidamente nada mas que a su mujer.
Tan solo profesa un amor mediocre y sencillo repartido entre siete personas, por orden de superficie cubierta, a saber:
  1. Su bella mujer.
  2. Un tío de su mujer.
  3. El peluquero de su mujer.
  4. Una prima de la escribana que hizo las escrituras de los lotes.
  5. Un concejal de Venado Tuerto.
  6. Un cardiocirujano que usa su parte para perfeccionarse.
  7. Un kinesiólogo de Tandil (con éste, como lo compró por invertir en algo una herencia que había recibido, casi no se ven, unas vez cada dos años, a lo sumo).